miércoles, 12 de septiembre de 2012

No te vayas nunca...

Te estoy queriendo tanto
que eres dueña de mi tiempo,
en lo cotidiano habitas,
en mi espera y mi ansiedad.

En la fábula perdida
de aquel grillo solitario,
y en la antigua moraleja
que hoy descubro fue verdad.

No te vayas,
no te vayas nunca,
guárdame el secreto
de este gran amor...
No te vayas,
no te vayas nunca,
quédate conmigo
para andar los dos..

Poema "El amor y la sangre"


El amor sube por la sangre. Quema

la ortiga del recuerdo y reconquista
el ancho campo abierto, la ceniza
fundadora, que la brasa sostiene.

El amor es herencia de la sangre,

como el odio, su amante, y se mantienen
íntimos, besándose, nutriéndose
de sus dobles sustancias transmitidas.

Nada podrá arrancarles de su abrazo:

La espada, el hielo, el tiempo, con sus filos
mezclarán sangres, que, lluviosamente,
germinarán odios, amor o nuevas sangres.

¿Cómo decir:

—«Aquéllos, que nunca conocieron
la sangre derramada, que separen
el odio del amor y reconstruyan
las viejas catedrales de la dicha...»

¿«Aquéllos»?, ¿son acaso otros que los murientes

trasvasados, hechos de sangre antigua?
No es posible lavarse el alma ni las manos
cuando fluye hacia ellas sangre y olor a sangre.

Si ha de hacerse el amor, será con sangre

trepadora, quemante, conocida,
pura sangre del odio, amante impávido
que el amor fecundiza.



Victoriano Crémer

La sangre y el Rh

La sangre es el líquido de la vida.
Es el fluido que recorre los vasos sanguíneos y es bombeado desde el corazón a todo el cuerpo. Se considera un tejido, puesto que está formada por plasma sanguíneo y células: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

Es un complejo polisistémico con muchas funciones en el organismo. Está constituido por 45% de volumen globular (células) y el resto del volumen de plasma. Las células tienen una vida corta y cada una tiene distintas funciones. Se forma en sistema retículo endotelial (SER)
Los órganos   que forman el SER son: Timo, Médula ósea, bazo y ganglios. Cuando las células han madurado van a sangre periférica donde su vida será para glóbulos rojos aproximadamente 120 días, Glóbulos blancos   8 días, plaquetas 2 a 10 días.
Al   este proceso de formación de los glóbulos rojos se llama hematopoyesis o hemopoyesis
Y al de destrucción cuando envejecen se denomina hemocateresis, se produce en el bazo donde hay macrófagos que destruyen las células viejas o anómalas. Debe haber un equilibrio entre la hemocateresis y la hematopoyesis, cuando sobreviene un desequilibrio sobreviene una patología, aumento de la hemocateresis anemia, aumento de la hematopoyesis poliglobulia.

La densidad de la sangre es de 1.048 a 1.066 y está relacionado con la cantidad de GR.
El pH normal es de 7,35 a 7,45, el compatible con la vida varía en un rango de 6,8 a 7,8.
La volemia (volumen sanguíneo total) es mayor en el hombre que en la mujer debido a su mayor superficie corporal; se expresa en Kg./ ml. Los valores aceptados son para hombres 70 ml /Kg de peso y de 60 m l/Kg para mujeres.
El color de la sangre   es rojo vivo en las arterias y rojo oscuro en las venas, esta diferencia de color depende del grado de oxigenación de la hemoglobina, en las arterias hay oxihemoglobina y en las venas carboxihemoglobina.


Este vital elemento se encuentra compuesto por diferentes elementos líquidos y sólidos: el plasma, un líquido que contiene agua y proteínas, y tres tipos de células, que son los leucocitos, las plaquetas y los hematíes.



Los leucocitos o glóbulos blancos tienen como función principal defender al organismo contra las infecciones. De acuerdo con el aspecto de su citoplasma y su núcleo, se dividen en polimorfonucleares (neutrófilos, basófilos y eosinófilos) y mononucleares (monocitos y linfocitos).

Las plaquetas o trombocitosson restos celulares derivados de unas células llamadas megacariocitos, y participan en el proceso de coagulación sanguínea.


Los hematíes o glóbulos rojos contienen una sustancia llamada hemoglobina (la hemoglobina es una heteroproteina, lo que significa que tiene una parte proteica y otra no), a la cual deben su color rojo; y como este compuesto de hierro es sumamente afín con el oxígeno, los hematíes son los responsables de fijarlo y transportarlo a través de la sangre.
 

Todas estas células, aunque viven en la sangre, no nacieron en ella, sino en los huesos y los nódulos linfáticos.



La sangre puede dividirse, según su calidad, en dos tipos: oxigenada y carboxigenada. La primera de ellas es la sangre limpia que circula por las arterias; la segunda, con abundante cantidad de dióxido de carbono, circula por las venas en dirección al corazón y los pulmones, a efecto de ser renovada y oxigenada.

Cuenta, además, con otra función que es de gran importancia, como es la de mantener una adecuada temperatura corporal, la que en una persona adulta normal suele ser de entre 36,5 y 37 grados Celsius; y cuyo centro regulador se encuentra a nivel hipotalámico.


Millones de litros en tu vida

El torrente sanguíneo proporciona la completa circulación de la sangre cada 22 segundos. Por esto, si hacemos una simple multiplicación, podemos obtener que por hora habrá circulado un caudal aproximado de 800 litros de sangre. De este modo, se calcula que en una persona de 80 años, el caudal que ha circulado por sus vasos sanguíneos es de 560. 640. 000 litros ó 560. 640 milímetros cúbicos.




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Arterias, venas y capilares

El sistema de canalizaciones de nuestro cuerpo está constituido por los vasos sanguíneos, que según su diámetro se clasifican en: arterias, venas y capilares. Por esta estructura de conductos grandes y pequeños, circula la totalidad de nuestra sangre una y otra vez.

Las arterias

Son tubos que parten del corazón y se ramifican como lo hace el tronco de un árbol. Tienen paredes gruesas y resistentes formadas por tres capas: una interna o endotelial, una media con fibras musculares y elásticas, y una externa de fibras conjuntivas.

Llevan sangre rica en oxígeno, y según la forma que adopten, o hueso y órgano junto al cual corran, reciben diferentes denominaciones, tales como humeral, renal o coronaria, entre otras.


Las venas

Una vez que la sangre ha descargado el oxígeno y recogido el anhídrido carbónico, este fluido emprende el viaje de regreso hacia el corazón y los pulmones a través de las venas. Estos conductos constan de dos capas, una endotelial y otra formada por fibras elásticas, musculares y conjuntivas. A diferencia de las arterias, sus paredes son menos elásticas, y cada cierta distancia poseen válvulas que impiden que la sangre descienda por su propio peso.


Los capilares

Los vasos sanguíneos se hacen cada vez más finos a medida que se van ramificando en el cuerpo. Formados por una sola capa de células, la endotelial, esta red, por su extrema delgadez, facilita su función de intercambio gaseoso entre la sangre y los tejidos o entre la sangre y el aire que ha penetrado en los pulmones.

En la entrada de estos pequeños tejidos hay unas franjas que se distienden o contraen para permitir o impedir el paso de la sangre. En todo el cuerpo se estima que hay más de 60 mil kilómetros de ellos, siendo el punto más lejano del viaje que hace la sangre, y el lugar de aprovisionamiento de todos los tejidos y órganos, porque cada una de las células del cuerpo está a menos de 0,2 milímetro de un capilar.
La sangre forma parte de un ciclo y durante toda su duración cumple con las siguientes funciones vitales:
  • A lo largo de este ciclo, la sangre cumple las siguientes funciones vitales:
  • Transporta al oxigeno tomado del aire por los pulmones y recoge el bióxido de carbono de los tejidos.
  • Nutrición, por medio del aporte de sustancias nutritivas obtenidas de la digestión.
  • Defensa o inmunitaria, protege al organismo por la presencia de glóbulos blancos.
  • Excreción, recoge los desechos para que sean eliminados.
  • Transporta secreciones y hormonas de diferentes glándulas.
  • Regula la temperatura corporal y mantiene el equilibrio de agua en el organismo.
  • Conserva la integridad del sistema circulatorio limitando la perdida de sangre en vasos lesionados.
Los grupos sanguíneos son los distintos tipos en que se clasifica el tejido sanguíneo. Fueron descubiertos por Karl Landsteiner en el año 1901, quien los agrupó de acuerdo a la presencia o no de aglutinógenos en la membrana plasmática de los glóbulos rojos. En los humanos existen los aglutinógenos A y B. Por otra parte, en el plasma sanguíneo se encuentran las aglutininas anti A y anti B, que son anticuerpos que reaccionan contra los aglutinógenos A y B.
Se denomina
antígeno a toda sustancia extraña al organismo capaz de generar anticuerpos como medida de defensa, provocando una respuesta inmune. La mayoría de los antígenos son sustancias proteicas, aunque también pueden ser polisacáridos. La pared celular, la cápsula y los cilios de las bacterias pueden actuar como antígenos, como también los virus, los hongos, las toxinas, el polen, las sustancias químicas y las partículas del aire. La reacción antígeno-anticuerpo se produce cuando los anticuerpos, también de origen proteico, capturan a los antígenos con el fin de eliminarlos del organismo, ya sea por fagocitosis o por medio de la aglutinación. La aglutinación es una reacción que ocurre cuando las aglutininas (anticuerpos) presentes en el plasma sanguíneo se unen a los aglutinógenos (antígenos) transportados o ubicados en la membrana plasmática de los glóbulos rojos y los glóbulos blancos. Como resultado de la reacción se forman grumos y “apilamientos” de células sanguíneas, producto de la destrucción de sus membranas celulares. Un claro ejemplo de aglutinación sucede cuando se transfunde sangre de grupos incompatibles. Los antígenos, además de estar presentes en la membrana plasmática de los eritrocitos, se encuentran también en diversos tejidos del organismo.
En la especie humana, los grupos sanguíneos son cuatro, y se denominan con las letras A, B, O y AB. 

- Sangre de grupo A
: posee aglutinógenos A en la membrana plasmática de los glóbulos rojos y aglutininas anti B, es decir contra el aglutinógeno B en el plasma sanguíneo.
- Sangre de grupo B
: tiene aglutinógenos B en los eritrocitos y aglutininas anti A (contra el aglutinógeno A) en el plasma sanguíneo.
- Sangre de grupo O
: carece de aglutinógenos en la superficie de sus eritrocitos. En el plasma contiene dos tipos de aglutininas, las anti A y las anti B, o sea contra ambos tipos de aglutinógenos.
- Sangre del grupo AB
: posee los dos aglutinógenos A y B en las membranas plasmáticas de los glóbulos rojos, y no tiene aglutininas plasmáticas.
Esta clasificación deja en claro que los grupos sanguíneos se establecen de acuerdo a la presencia o no de aglutinógenos y aglutininas. Estas dos sustancias, como ya fue señalado, son moléculas de proteínas. Los individuos cuya sangre es del grupo A (proteína de membrana A) producen anticuerpos contra la proteína B de membrana. Los del grupo B elaboran aglutininas contra el proteína A. Aquellas personas que poseen el grupo AB (aglutinógenos A y B en sus eritrocitos) no producen anticuerpos contra las proteínas A y B. Por último, los representantes del grupo O elaboran anticuerpos contra las proteínas A y B. 

La distribución mundial de los grupos sanguíneos indica que el grupo O es el más numeroso, mientras que el AB obtiene el menor porcentaje.



HERENCIA DE LOS GRUPOS SANGUÍNEOS A - B - O
Los genes son fragmentos de ADN presentes en los cromosomas que determinan la aparición de los caracteres hereditarios de los individuos. Locus es el lugar en que se ubica cada gen a lo largo de los cromosomas. Se denomina genoma a la totalidad del material genético contenido en los cromosomas de una especie determinada. El genoma es la codificación completa del ADN de una especie. En el caso de los humanos, es la secuencia de ADN contenida en los 46 cromosomas ubicados en el núcleo de las células diploides. Los seres humanos poseen entre 20000 y 25000 genes en su genoma.   
El genotipo es toda la información genética que un individuo tiene en su genoma, que ha sido heredado de sus progenitores y que puede transmitir a su descendencia.
Se denomina alelo a cada uno de los dos genes localizados en el mismo lugar de un par de cromosomas homólogos, y que determinan un mismo carácter. 
Homocigoto es el genotipo donde los dos alelos de un gen, presentes en cromosomas homólogos,  son iguales para un determinado carácter. Puede ser homocigoto dominante (AA) o recesivo (aa).
Heterocigoto es el genotipo donde los dos alelos de un gen son diferentes, en cada cromosoma homólogo (Aa).
Fenotipo es la manifestación física del genotipo, es decir, son todas las características que se observan del individuo como altura, color de la piel, de los ojos, contextura, etc. En algunos casos, el fenotipo puede ser alterado o modificado por el medio ambiente.


Cada individuo hereda del padre y de la madre los grupos sanguíneos. Estos grupos se encuentran en genes que poseen tres alelos que son el A, B, i, donde A y B son dominantes y el alelo i, que corresponde al O, es recesivo. Las personas que heredan los alelos AA o Ai (AO) tienen grupos sanguíneos A (fenotipo A), los que heredan BB o Bi (BO) serán de grupos B (fenotipo B) y aquellos que heredan los alelos ii (OO) son del grupo O (fenotipo O). En el caso del grupo AB, como hay codominancia (dominancia compartida) entre los alelos A y B, los individuos con ese grupo poseen doble fenotipo AB. La codominancia es una forma de herencia donde el individuo manifiesta tanto el carácter dominante como el recesivo, es decir, no prevalece el dominante sobre el recesivo. Es así que estos individuos presentan una característica fenotípica particular, donde aparecen rasgos tanto del padre como de la madre. En la siguiente tabla se muestra la herencia de los grupos sanguíneos.


Determinación de los grupos sanguíneos A - B - O

Transfusiones de sangre
Dos grupos de sangre son compatibles o incompatibles de acuerdo a la presencia de aglutinógenos. La transfusión de sangre grupo A a una persona que tiene grupo B, da lugar a que las aglutininas anti A del receptor reaccionen destruyendo los eritrocitos transfundidos del dador. De acuerdo a la cantidad de sangre administrada, los efectos de la incompatibilidad van desde reacciones imperceptibles o leves hasta graves alteraciones renales, cuadros de shock y muerte. En general, cuando las transfusiones se realizan entre individuos que poseen el mismo grupo de sangre no se presentan inconvenientes. No obstante, hay grupos que pueden dar o recibir otros tipos de sangre. En la siguiente tabla se indica la compatibilidad existente entre los distintos grupos sanguíneos.

 
Factor Rh
El factor Rh es una proteína que se encuentra en la membrana de los hematíes (glóbulos rojos) de la sangre. Se dice que una persona es Rh Positivo si tiene esta proteína y es Rh Negativa si no lo tiene. De este modo los seres humanos se dividen en Rh positivos y Rh negativos según tengan o no esa proteína.
Hay que decir también que el Rh no tiene nada que ver con otras clasificaciones de los grupos sanguíneos, como el sistema AB0; es una clasificación en sí misma e importante para el embarazo por lo que describiremos a continuación.
Fue descubierto en 1940 a partir de los eritrocitos del mono Macacus rhesus. El 85% de las personas poseen el factor Rh, por lo que se clasifican en este caso como Rh positivas (Rh+). El 15% restante corresponde a las personas Rh negativas (Rh-) por carecer de dicho factor.

Al nacimiento, tanto las personas Rh+ como Rh- no tienen aglutininas en el plasma sanguíneo. Solo se pueden elaborar cuando el donante sea Rh+ y el receptor Rh-, situación posible tras una gestación o, menos probable, ante el error de transfundir sangre incompatible. En efecto, la sangre del individuo Rh- no reconoce los aglutinógenos de membrana del donante Rh+, por lo que empieza a producir aglutininas anti Rh. Por el contrario, cuando el dador es Rh- no ocasiona reacciones en un receptor con factor Rh+ ya que carece de aglutinógenos. 
Vamos a suponer que una mujer con factor Rh- está gestando un feto con factor Rh+. Ante la posibilidad que los eritrocitos fetales tomen contacto con la sangre materna, por ejemplo, tras una caída, toma de muestras de sangre directamente del cordón umbilical, por un aborto o un examen prenatal invasivo, se producirá una reacción con producción de aglutininas maternas anti Rh y consecuente destrucción de glóbulos rojos del feto. Ello es debido a que los eritrocitos maternos consideran extraños a los eritrocitos fetales. Teniendo en cuenta que la formación de anticuerpos demanda un tiempo relativamente largo, es posible que el feto no sufra consecuencias o bien nazca de manera prematura. En estos casos, la madre quedó sensibilizada contra los aglutinógenos Rh+. Si con el tiempo sucede otro embarazo de un feto factor Rh+, los anticuerpos antes generados atraviesan la placenta para combatir los eritrocitos Rh+ fetales, ocasionando diversos trastornos que van desde una leve ictericia por aumento de bilirrubina en sangre hasta un cuadro grave de anemia por destrucción de glóbulos rojos (hemólisis) que puede ocasionar un aborto espontáneo. Esta enfermedad se conoce como eritroblastosis fetal o enfermedad hemolítica del recién nacido. El tratamiento puede realizarse en forma intrauterina (antes del nacimiento) por medio de fármacos o transfusiones de sangre a través del cordón umbilical.
La forma de evitar esta enfermedad es identificar a las madres Rh- en los primeros meses del embarazo mediante un análisis de su sangre. Las que poseen dicho factor deben recibir inmunoglobulina Rh en los primeros meses del embarazo y una segunda dosis a las 72 horas de producido el parto. De esa forma se previene que los anticuerpos Rh- maternos reaccionen con las células Rh+ fetales.
La mujer puede también quedar sensibilizada al momento del parto, donde se desprende la placenta y los glóbulos rojos del bebé Rh+ toman contacto con los de la madre Rh-. El niño nace normalmente, pero la madre queda inmunizada con aglutininas anti Rh que entran en acción ante una futura gestación de un feto Rh+. 
Algunas mujeres poseen anticuerpos contra los antígenos ABO que pueden afectar al bebé. No obstante, dichas reacciones suelen ser muy leves, provocando hemólisis graves en menos del 1% de los casos. Esta incompatibilidad sanguínea entre los grupos ABO maternos y fetales se da en los siguientes casos:
Cabe señalar que el gen Rh+ es dominante, es decir, prevalece sobre el Rh-. El recién nacido hereda un gen Rh del padre y otro gen Rh de la madre. La secuencia para la determinación del factor Rh es la siguiente:

 

1: Padres con los dos genes Rh+ tendrán siempre hijos Rh+
2: Padre Rh+ y madre Rh- tendrán hijos Rh+
3: Padres Rh- tendrán siempre hijos Rh-
4: Padre Rh- y madre Rh+ tendrán hijos Rh- o hijos Rh+
5: En este caso, ambos padres son Rh+ pero portan el gen Rh-, con lo cual sus hijos pueden nacer Rh+ o Rh-

Además de lo establecido para los factores A - B - O, las personas con factor Rh- pueden donar sangre para las de su mismo factor y para las Rh+. Por el contrario, los individuos Rh+ solo pueden recibir sangre de otro Rh+.
Cuando se transfunde sangre de un individuo Rh+ a otro Rh-, este último genera anticuerpos anti Rh, que tras sucesivas transfusiones darán como resultado la destrucción de los glóbulos rojos del donante Rh+.



Posibilidades de transfusión entre factores Rh
El factor Rh es independiente de los grupos A - B - O - AB. Si se toman ambos tipos antigénicos, los grupos sanguíneos suman un total de ocho. Ellos son


A+, A-, B+, B-, AB+, AB-, O+ y O-.  El grupo O factor Rh- es considerado dador universal, ya que su sangre puede ser transfundida a todos los grupos existentes, pero solo puede recibir de su mismo grupo O factor Rh-. En el extremo opuesto se ubica el grupo AB+, considerado receptor universal, ya que recibe sangre de todos los grupos y no puede donar sangre a ningún otro grupo que no sea el AB+.


Compatibilidades sanguíneas

Distribución de los grupos sanguíneos






Tears in heaven (lágrimas en el cielo)

Más allá de la puerta
Hay paz estoy seguro.
Y yo se que allí no habrá más
Lágrimas en el Cielo



¿Recordarías mi nombre
si te encuentro en el cielo?
¿Todo volvería a ser lo mismo
si te encuentro en el cielo?
Debo ser fuerte
Y continuar mi vida
Ya sé que aún
no pertenezco al cielo.
Ya sé que aún
no pertenezco al cielo.

Monet y la sangre de las amapolas


Rojo, primer color del espectro solar. El cuadro de Las Amapolas figuró en la exposición impresionista de 1874. Cada punto que el pincel fija, cada toque de rojo que configura o desfigura las flores, es una mirada acechante hacia fuera. Por eso las flores no tapan nada, ni cubren nada; sólo revelan, acusan, cazan.
Cuestión ni mucho menos aburrida esto de los cazadores de almas, pues como bien es sabido, a Monet se le ha llamado cazador: "El año pasado, en esta misma región, seguí a menudo a Claude Monet en busca de impresiones. No era ya un pintor, de verdad, sino un cazador", escribía Guy de Maupassant.
Seducido por la luz
Divertido esto de seguir a los cazadores. Maupassant no fue el primero ni el último en hablar de Monet como furtivo. Antes que él, escribía Octave Mirbeau: "…tenía una meta y hacia ella marchaba, en línea recta, apenas detenido de vez en cuando por las miserias de una existencia donde sentía a cada paso la hostilidad de una emboscada". No obstante, toda su pintura puede leerse en términos de caza y salvajismo, en términos de persecución y brutalidad. Mucho me empeño en ver refinamiento donde no existe sino un primer grado de enajenación o algún tipo de patología mental… Por eso la calma en Monet no existe, pero me di cuenta demasiado tarde".
El mismo Camille Mauclair habla de la luz (esa que tanto dicen los especialistas que termina por ser un tema dentro de los impresionistas) como bestia salvaje que "devora el contorno de los objetos". La seducción por la luz termina por ser un mágico repelente de cordura. Monet quizá conozca la ciencia del color, quizá desearía poder tocar todo lo que pinta, pero, sin duda, la ciencia que mejor parece conocer es la ciencia del miedo. Por eso su asepsia y su calma son imposibles, por eso es moderno. Monet siempre necesita agarrarse a algo, tiene que encontrar un punto donde mantener esa aventura de no estar completamente solo. Horizonte como el de sus cuadros de Argenteuil. Moderno Monet por pintar todo lo que acaba de pasar.
Ojos que miran
Subrayar la obviedad es atender al problema que tiene Monet con las flores. No puedo saber si ante ellas se esconde o si entre ellas quiere perderse. No puedo asegurar que el tema del cuadro sean esas flores por el mero hecho de darle título. Igual que tampoco puedo asegurar que sea la primera vez que Monet se somete a los encantos del rojo y el verde, pues lo volverá a repetir una y otra vez. Es fundamental atender a la resolución de ese tratamiento específico de las flores y su entorno, aunque seguramente más que un "tratamiento" habría que hablar de la configuración de un hecho: ojos que miran. Ni tan siquiera eso, sangre de un cazador herido.
La mirada nublada, otro aspecto evidente en la pintura de Monet, ¿es consecuencia de algo? Aplicar una teoría del color es mucho más inapropiado que referirnos a muchas posibles teorías aplicables a esos colores que vemos. Azules y blancos claros para los vestidos, para el cielo…pero, sobre todo, verde y rojo. Rojo en el que no nos acabamos de meter, pues el propio pintor no nos deja hacerlo, pues no nos introduce en nada. Las salpicaduras de rojo que manchan el cuadro, verdaderas huellas de ese Monet herido, terminan por narcotizar. Son un efecto y, como tal, cumplen perfectamente su función: hipnotizar a los insectos. Mirar esos rojos, sobre el fondo verde salpicado de leves toques de amarillo, acaba siendo igual de peligroso que salir al campo sin sombrero, sin camuflaje.
Sin rodeos, ¿qué son las flores si no estupefacientes universos? El sencillo ejercicio mismo de salir al campo (pues el urbanita ha de tomárselo así, casi como un esfuerzo, pues intuye los ciclos naturales sin llegar a conocerlos jamás) y mirar atentamente las flores produce lo que cualquier cuadro más o menos bien pintado produce en una sala de museo: sueño e hipnosis, como el opio. Diría yo que se descubren colores nuevos, pero esto ya se ha dicho alguna vez.
Y es precisamente con ojos cerrados, como puede concluirse que toda la crítica francesa que habla de Monet menciona la palabra "color". Algo pasa en la crítica, extraña seducción fruto del miedo, como toda buena seducción. Quizá los ojos y lo que ante ellos se dispone sea mucho menos importante que lo que a ellos llega desde dentro. Es en este punto donde debo, por lo menos, tratar de especificar qué relación puede existir entre unas flores y un estado mental adecuadamente sugestionado.
Hijas de la sangre

El título con el que popularmente se conoce la obra, sí nos deja, en cierto sentido, un rastro de interpretaciones más concreto, menos desdibujado que la propia pintura. Las amapolas se asocian desde antiguo con el sueño y la hipnosis y son, según una leyenda popular, hijas de la sangre derramada en Waterloo.
Suponen desde el punto de vista interpretativo y simbólico, una regeneración, un nuevo nacimiento. Flores de Eleusis, de la diosa Demeter, arrastran un sueño primaveral y embriagador que también suele traducirse como un sueño eterno, un reparador descanso donde el dolor no existe… Monet, siempre próximo al juicio de conocedores y amantes del arte, termina soportando calificativos que le aproximan a la tumba. Pintor de luz, pintor de vida, escucho. ¿Y pintor de muertos? ¿Y pintor para muertos?
Probablemente, las amapolas sean en Monet mucho más que una puerta abierta a cualquier tipo de perversión. Ni tan si quiera puedo decir que Monet se esté presentando a través de sus obras como algo o alguien, ni mucho menos como un herido regocijado en su propia circunstancia… La soledad del pintor es, más que nada, un efecto deseado.
Cualquier tipo de sustancia estupefaciente termina por disponer a la mente del sujeto que la consume en dos ámbitos posibles, por lo general, no intercambiables: la inmersión en su propia conciencia o la absoluta disolución en su propio entorno. En otras palabras: ser todo o ser nada, como la propia pintura.
Sensación y color
"El problema de la luz es más amplio que el de la propia luminosidad". La "luz" no es cosa de razón, o más bien, de razonamiento, aunque sí de fenómenos que suceden en la cabeza, fruto de procesos estrictamente físicos, pero no necesariamente visuales. Sobre cosas pintadas y nuevas metáforas dice Proust: "…ahora Elstir las volvía a crear quitándoles su denominación o llamándolas de otra manera. Los nombres que designan a las cosas responden siempre a una noción de la inteligencia ajena a nuestras verdaderas impresiones y que nos obliga a eliminar de ellas todo lo que no se refiera a dicha noción".
Por eso su sangre roja es la sensación pura, incontenible en las propias flores. Es una metáfora casi imposible. Sensación que es color, entre indefinidos signos intercambiables, pues Jean es Monet y Monet es Camille, y ambos son el verde, y ambos han pasado ya.
La veladura del sombrero
Velar lo que está y desvelar lo que no está. Esos son los poderes que otorga el correcto posicionamiento frente a lo pintado, el ocultamiento bajo la veladura del sombrero que lleva el pintor y que, sin reproches, debe colocarse el espectador. Sólo así, la intensidad del rojo será padecida como el mismo Monet la sufre, pues es en el negro donde siempre se regocijan las triunfantes luces de la naturaleza. Oscuridad ya trillada por la espátula de Eduard Manet, pues toda su pintura, deliciosamente fría (y no precisamente por sus desarrollos formales), advierte que, a ser posible, la contemplemos desde lejos. Advertencia que Monet esquivó sufriendo, por consiguiente, una de las más terribles consecuencias: verse abrasado por la luz.
Las Amapolas tiene algo de todo lo que concierne a taparse, a resguardarse para evitar algún tipo de consecuencia fatal. Claude Monet viste a las figuras del cuadro así, pero dando un paso más. Pues su tratamiento de los sombreros es mucho más que una crónica. El sombrero, como el del cazador, no es ya algo del propio cuadro, sino algo del propio espectador.

Fuente: Víctor Novoa

La Malasangre, Griselda Gambaro


"LA MALASANGRE" de Griselda Gambaro Su estreno en 1982
Griselda Gambaro

El 17 de agosto de 1982 subía a escena, en la sala del Teatro Olimpia de Buenos Aires de Sarmiento 777, "La malasangre", de Griselda Gambaro y este estreno llenaba de expectativas a la crítica periodística. Esta expectativa se advierte en las gacetillas previas al estreno, especialmente en "Clarín Espectáculos" el 12 de agosto de 1982, cinco días antes, en las que se pone de manifiesto "lo personal" de la escritura dramática de Griselda Gambaro, así como el incipiente prestigio de la directora Laura Yusem y la presencia de Lautaro Murúa, un actor que hacía tiempo que faltaba del país, exiliado en España por sus ideas políticas. 
No olvidemos que no son tiempos fáciles, la dictadura más sangrienta de la historia nacional aún se sostiene, aunque tambalea, derrotada en la increíble guerra por Malvinas y se abre, entonces, la oportunidad de decir, de animarse una vez más, a enfrentar el silencio desde un escenario.

Laura Yusem

 La misma Griselda dijo:  "El hecho escénico nos tiene que despertar, nos tiene que desanestesiar de todo eso que es la falsa información, la deformación de los sentimientos y las ideas que es base de nuestra sociedad". Y añade: "El mundo nunca ha sido enteramente blanco ni enteramente negro; el mundo ha sido siempre una gran confusión, en todo sentido, incluso en el ético..."  La posición adoptada por Gambaro es, pues, muy clara, es la de "decir no" a la sujeción y el autoritarismo.

Portada Programa de mano Colección privada de Roberto Famá Hernández
  La obra tuvo un éxito impresionante y en medio de tal coyuntura política, justamente, porque el texto se apoya de manera, simbólica, metafóricamente (procedimiento habitual en tiempos de dictadura) en el tema de la represión expuesto en la figura o referente histórico de Juan Manuel de Rosas y su familia, lo que fue fácilmente reconocible o identificable por el espectador ya que la puesta y el texto lograron claros paralelismos entre  pasado y  presente.

Programa de mano Colección privada de Roberto Famá Hernández
Con La malasangre, dijo Gambaro, "quise contar una historia que transitara esa zona donde el poder omnímodo fracasa siempre si los vencidos lo enfrentan con coraje y dignidad, si se asumen en el orgullo y en la elección". Y es que Gambaro sabe utilizar cualquier ropaje, cualquier disfraz para hacer "visible lo invisible", ella enmascara, oculta la realidad, la transforma sólo para desnudarla y mostrarla tal cual es.

FICHA TECNICA
El elenco :
Soledad Silveyra
Lautaro Murua
Susana Lanteri
Patricio Contreras
Danilo Devizia
Oscar Martinez
Escenografía y vestuario: Graciela Galan
Dirección General: Laura Yusem

La Malasangre, resumen de la obra


La acción de La malasangre - compuesta por ocho escenas - comienza  con una persistente tensión, francamente insostenible, entre Dolores y Benigno, su padre. La protagonista contará - en su pugna por alcanzar su identidad como mujer y su libertad - con un único apoyo: Rafael.

Lautaro Murúa
Entre las situaciones dramáticas fundamentales, se halla la situación inicial, con el trabajo que el padre - que está buscando un preceptor para su hija - ofrece a Rafael, el cual, por su "defecto" físico (es jorobado) le despierta una curiosidad "malsana", burlona, alevosa. En las expectativas del poderoso padre, el personaje "deformado"  no es un peligro para nadie. Así creerá ejercer un control, una vigilancia - que encarnarán la figura de la madre y de Fermín -, sobre el cuerpo de su hija.

Soledad Silveyra
Dolores es sincera, arriesgada, brutal por momentos. Su tono es de seguridad, se enfrenta con toda la fuerza de su ánimo a lo que considera injusto. De este modo se la describe cuando irrumpe, por vez primera, en escena: "Dolores es una hermosa muchacha de veinte años, de gestos vivos y apasionados, y una especie de fragilidad que vence a fuerza de orgullo, de soberbio desdén." Vehemente, furiosa ante el servilismo, reivindica su libertad de elección, como venganza contra el autoritarismo, la tiranía y el abuso arbitrario del poder por parte del padre. El acuerdo tácito de la madre a los intereses de su marido exaspera a la joven, indignada ante tanta servidumbre, tanta sumisión, tanta anulación.Rafael evita mirar directamente a los ojos a Dolores, pero ésta no deja de retarle, de hostigarle. En un principio, será Rafael quien juegue, mediatizado por su mirada, con su accionar primeramente oblicuo, con lo no dicho o con lo dicho a medias. Pero, progresivamente, se irá produciendo un acercamiento entre ambos personajes, aunque a ella le moleste la debilidad de carácter de él, circunstancia que provoca silencios tensos. Para ella, él tiene "Lindos ojos...Tiernos y sedientos". Quiere que él la mire, pero él oculta sus ojos, evita los de ella. Se ha enamorado... y va a ser correspondido. Planearán huir.
La historia de amor entre Dolores y Rafael -un juego de poder, también - dramatiza, en cierto modo, la fuerza activa de rebelión que encarna ella, pero que no logrará evitar el final trágico -la muerte del prudente Rafael -. Su éxito lo es en tanto que acto verbal de rebeldía, ya que condena al tirano a la soledad. Nos hallamos ante la disección de los mecanismos por medio de los cuales el poder se ejerce y se perpetúa, así como ante distintas posiciones respecto al ejercicio de aquél. La risa se alza, aquí, como liberación, como salvación.

Patricio Contreras
En lo relativo al dialogismo e intercambio entre los personajes, éstos tienen una doble faz. Por una parte, parecen adaptarse y aceptar las órdenes del padre pero, por otra, actúan siguiendo sus impulsos. Las relaciones padre-hija u hombre-mujer son trasladadas al plano político-social. El diálogo que se entabla entre los enamorados se propone como una alternativa vital real, auténtica, al margen del orden establecido. Pero una cosa es el deseo, el ámbito de los sueños, y otra muy distinta la realidad. Además, la opción amorosa de Dolores y Rafael es, al mismo tiempo, una opción política. Nos encontramos, así, en la intersección de dos ámbitos o esferas: la de lo público o social y la de lo privado o personal, o lo que es lo mismo, la exterioridad y la interioridad. Y es que, si atendemos a la poética que el texto nos plantea, "nada es tan simple como uno cree". De ahí el metafórico juego entre lo liso y lo torcido.
Como desenlace, el intento de huida, finalmente fracasado, de los amantes y la muerte de Rafael a mano de los verdugos. La revelación de la traición de la madre, que acaba siendo desenmascarada por la hija, en el marco de un enfrentamiento en el que ésta, a diferencia de aquélla, no se resigna, ni se somete, a la autoridad masculina. "El nombre es el destino", dirá Dolores. Su odio, contenido y feroz, hacia la madre, así como la condena al silencio son un reto lanzado al espectador: un silencio plagado de sentido. Porque lo que está dentro de las figuras es el miedo y el deseo reprimido, que se proyecta en una relación brutal con el cuerpo femenino: la violencia y crueldad como forma de exterminio de cualquier amenaza al poder central.

El Padre actúa motivado por el odio, al cual él llama amor. La madre actúa llevada por la envidia y el miedo. El novio - en el horizonte de expectativas del matrimonio concertado -, se expresa a través de la relación cruda, brutal con el cuerpo de Dolores, al tiempo que aparece retratado en rasgos tales como la carencia de desarrollo intelectual o la riqueza ostentosa. La pareja protagonista se libera de la represión, sí, pero ¿a qué precio? Ella es condenada a permanecer en silencio y él a morir. Esta doble figura que componen ambos personajes encarna la debilidad frente a la fuerza, la integridad frente a la corrupción, el valor frente al miedo y el amor frente al odio.

Fuente:  Roberto Famá Hernández.