jueves, 14 de marzo de 2013

Tras una mañana larga, fría e insoportable...

...llega un buen momento para escuchar un poco de música que ayude a "reponer" el ánimo...












Y a esta hora de la tarde, Hagamos un trato, Mario Benedett, El héroe, Abel Velásquez "El Mago"

Sabes contar...?



Una frase para pensar...


Hoy comienzo con esta frase...






...hace tiempo la escuché en boca de un amigo, me dio q pensar en lo que tiene de cierto...



Cosas que nunca te dije, Rio Roma

La vida va de prisa
pero hoy me he detenido a respirar
y a pensar en todas esas cosas
que a veces no sabemos valorar

Ven mírame a los ojos
ya se que hoy es un día muy normal
pero toma de mi mano escucha
y vas a ver que puedo hacerlo especial

Confieso que tuve una pesadilla
soñé que te perdía
y no quiero que pase otro día
sin que sepas que hay dentro de mi piel

Es que hay cosas que nunca te dije
que creo que las tienes que saber
por ejemplo me llenas el alma
pues como tu no hay nadie para acariciarme
enamorarme para besarme para tocarme
como tú no hay nadie escúchame

Hay cosas que nunca te dije
por ejemplo que tu amor me hace bien
tu haces que quiera ser mejor persona
y si preguntan por mi gran amor
siempre digo tu nombre
y tienes que saber
que ya te amo como nunca jamás imaginé

Te digo lo que siento desde lo más profundo de mí ser
lo mío no son las palabras eso ya lo sabes pero lo intenté

Confieso que tuve una pesadilla
soñé que te perdía
y no quiero que pase otro día
sin que sepas que hay dentro de mi piel

Es que hay cosas que nunca te dije
que creo que las tienes que saber
por ejemplo me llenas el alma
pues como tú no hay nadie para acariciarme
enamorarme para besarme para tocarme
como tú no hay nadie escúchame

Hay cosas que nunca te dije
por ejemplo que tu amor me hace bien
tú haces que quiera ser mejor persona
y si preguntan por mi gran amor
siempre digo tu nombre
y tienes que saber
que ya te amo como nunca jamás imaginé



El retrato de Dorian Grey (fragmento), Oscar Wilde




“…Algunos nos hemos levantado una vez antes de amanecer, después de una de esas noches de insomnio que casi nos llevan a enamorarnos de la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría deforme en las que desfilan por las del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, y que son como la vida que se oculta en lo grotesco y que le prestan al arte gótico su tolerante vitalidad, por ser el arte de aquellos cuyas mentes se han visto perturbadas por la enfermedad de la fantasía. Unos pálidos dedos trepan lentamente por los cortinajes, y parecen temblar; mudas se deslizan por los rincones del cuarto con sus formas oscuras y fantásticas, y allí permanecen agazapadas. Afuera se oyen los primeros trinos de las aves entre el follaje, o el ruido de los que salen a trabajar, o el suspiro y los sollozos del viento que baja de las colinas y que vaga alrededor de la casa silenciosa como si temiera despertar a los durmientes que necesitarían llamar otra vez al sueño y sacarlo de su gruta purpúrea. Uno tras otro se alzan los velos de gasa y gradualmente los colores y las formas de las cosas regresan a ellas, y presenciamos el amanecer que le devuelve al mundo su viejo patrón. Los apagados espejos recobran la vida mímica. Los apagados candiles están donde los habíamos dejado, y junto a ellos el libro a medio leer, en el que habíamos estado estudiando, o la flor que habíamos lucido en el baile, o la carta que habíamos temido leer o tantas veces leída. Nada nos parece haber cambiado. De las sombras irreales de la noche regresa la verdadera vida que conocíamos. Hay que reanudarla allí, donde la habíamos dejado, y sentimos la necesidad de continuar alentando la energía con la fatigada repetición de los mismos hábitos estereotipados, o también, al abrir los ojos un día, con el deseo irracional de encontrar un mundo que ha renacido en la oscuridad para nuestro placer, un mundo en el que las cosas tendrían nuevas formas y colores, y serian distintas, o donde guardarían otros secretos, un mundo en el que el pasado no tendría lugar, o tendría uno pequeño, o sobreviviría de manera inconsciente, sin obligación o remordimiento, pues hasta el recuerdo de la alegría tiene su amargura y los recuerdos del placer su propio dolor…”    

Historia de Secretariat, el mejor caballo de carreras (Oda al caballo olvidado, Pablo Neruda)





Oda al caballo olvidado


 Aquel caballo solo y amarrado
en un pobre porrero
de mi patria,
aquel pobre caballo
es un recuerdo,
y ahora
cuando todos los caballos
acuden al relámpago,
a la luz repentina de mi oda,
el olvidado viene,
el apaleado,
el que acarreò la leña de los montes,
las piedras
crueles
de cancera y costa,
él,
no viene galopando
con incendiarias crines
ondulando en el viento,
no llega
intacta grupa como
manzana de la nieve,
no,
así no llega.
Llega rengueando, apenas
sus cuatro patas andan
y su cabeza inmòvil
es torre
de tristeza,
y así
llega a mi oda,
así el caballo llega a que lo cante.

Trotò por todos los caminos duros,
comiò mal con sus muelas amarillas,
bebiò poco -su dueño
usaba más palo que pozo-,
está seco mi amigo
de lomo
puntiagudo,
y tiene un alma flaca de violín,
un corazòn cansado,
el pelo de una alfombra suburbana.

Ay viéndolo, tocándolo,
se ven sus muchos huesos,
el arca que protegen las costillas,
los agobiados fémures caídos
en los trabajadores metatarsos
y el cráneo, catedral de hueso puro,
en cuyos dos airares
viven dos santos ojos de caballo.

Entonces me miraron con la prueba
de un extenso, de un ancho sufrimiento,
de un sufrimiento grave como el Asia
caminando con sed y con arena,
y era aquel pobre y nòmade caballo
con su bondad algo que yo buscaba,
tal vez
su religiòn sin ilusiones.

Desde entonces me buscò su mirada
dentro de mí, contra tantos dolores
padecidos por hombres y caballos,
y no me gusta, no, la suave liebre,
ni el leòn, ni el halcòn,
ni los puñales de los tiburones,
sino aquella mirada,
aquellos ojos fijos
en la tranquilidad de la tristeza.

Tal vez alguien pregunte
por la forma
del alado y elástico
caballo, del puro
corcel de cabalgata,
orgullo del desfile,
bala de la carrera:
y bien, celebro
su donaire de avispa,
la flecha que con líneas lo dibuja
desde el belfo a la cola
y baja por metálicos tobillos
hasta nerviosos cascos presurosos.

SÍ, tal vez es la vela del velero,
la claridad de una cadera amada,
la curva de la gruta de una ola,
lo que puede acercarse a la belleza,
al veloz arabesco de un caballo,
a su estampa acuñada sobre un vuelo,
dibujada en el sello del rocío.

Pero no va mi oda
a volar con el viento,
a correr con la guerra
ni con los regocijos:
mi poesía se hizo paso a paso,
trotando por el mundo,
devorando caminos pedregosos,
comiendo con
los miserables
en el mesòn glacial de la pobreza,
y me debo
a esas piedras
del camino,
a la sed, al castigo del errante,
y si un nimbo saqué de aquella aurora,
si rescaté el dolor para cantar victoria,
ahora la corona
de laurel fresco para el sufrimiento,
la luz que conquisté
para las vidas
la doy para esa gloria de un caballo,
de uno que aguantò peso, lluvia y golpe,
hambre y remota soledad y frío
y que no sabe, no, para qué vive,
pero anda y anda y trae carga y lleva,
como nosotros, apaleados hombres,
que no tenemos dioses sino tierra,
tierra que arar, que caminar, y cuando
ya está bastante arada y caminada
se abre para los huesos del caballo
y para nuestros huesos.
Ay caballo
de pobre, caminante,
caminemos
juntos en este espacio duro
y aunque no sepas ni sabrás que sirva
mi razòn para amarte, pobre hermano,
mi corazòn para esta oda,
mis manos para pasarlas sobre tu suave hocico!


Pablo Neruda



¿Te gustaría saber una curiosidad sobre Pablo Neruda y los caballos?

Pocas personas la conocen...

Durante su infancia en Temuco, Neruda siempre al ir al colegio pasaba a acariciar a un caballo de cartón piedra de color blanco en una tienda. La tienda se quemó y el caballo pasó a remate, entonces el lo compra y lo trae a Isla Negra. Hace una fiesta de bienvenida; lo pinta e invita a tres amigos a que compren la cola. Los amigos no se ponen de acuerdo y cada uno llega con una cola. Entonces Neruda coloca una cola arriba y dos atrás, y le llama “El caballo más feliz del mundo”, por que tenía tres colas.
 

El corazón de un caballo pesa en promedio 3,8 kg. El corazón del caballo que pasó a la historia y se convirtió en leyenda pesaba 9,9 Kg. Antes de llamarse Secretariat, tuvo muchos nombres: Sceptre, Royal Line, Something Special, Games of Chance y Deo Volente. Incluso, su nombre de pila no fue suficiente y lo apodaron Big Red. Secretariat nació el 30 de marzo de 1970, en el Meadow Event park, en Doswell, Virginia, y desde ese momento mostró signos de grandeza. No se apegó a su mamá, como la mayoría de los recién nacidos, y su dueña, Penny Tweedy, decía que era “inteligente, seguro y curioso”. A sus dos años Secretariat ganó ocho veces consecutivas el primer puesto. Ese mismo año fue nombrado caballo del año.
El momento más importante de un caballo de carreras es su tercer año. Antes de pasar a la historia, justo antes de correr el The Wood Memorial Stakes, descubrieron un absceso bajo el labio de Secretariat. Ese día el caballo demostró que también se podía perder. El héroe quedó en tercer puesto, detrás de su rival Sham, que como siempre, quedó en segundo puesto, y tras Angle Light, que encabezó la carrera.
1973, Wood Memorial Stakes. Secretariat llegó en tercer lugar.
Ese mismo año, en 1973, Secretariat salió de último en el Kentucky Derby. Su archienemigo Sham iba en la punta, pero poco a poco se adelantó y se puso a la cabeza por 2 ½ que lo separaban de Sham y a los ocho de Our Native, que terminó tercero. Fue el primero en 28 años en hacer el recorrido en menos de dos minutos. Su tiempo fue de 1:59 2/5. Esa fue la primera de la Triple Corona que estaba por ganar.
En el Preakness Stakes, Secretariat salió de último otra vez. Y otra vez terminó de primero, a 2 ½ cuerpos del segundo puesto, Sham, y otra vez a ocho cuerpos de Our native. El tiempo de esta carrera todavía no está claro. Unos decían que fue de 1:55 2/5, otros 1:54 2/5, 1:53 2/5, 1:52 2/5. Al final, el tiempo oficial fue de 1:54, pero el Daily Racing Form, la revista más consultada de la hípica estadounidense, publicó su propio tiempo: 1:53 2/5.
El 9 de junio de 1973, en el Belmont Stakes, Secretariat y Shawn se encontraron de nuevo. Las apuestas estaban hechas y 67.605 pares de ojos, de orejas y de fosas nasales, se preparaban para una carrera que sería histórica. Esta vez Shawn no terminó de segundo, sino de último, y Secretariat no terminó en primer lugar por 2½ cuerpos, sino por 31. Ese día Secretariat no sólo rompió el record del margen-de-victoria, que era de 25 cuerpos, hecho por Count fleet, sino que corrió la milla y media más rápida de la historia. Hasta hoy ningún caballo ha roto ese récord de 2:25 por 1 ½ ml.



Belmont Stakes, 1973.
Así fue como Secretariat se puso tres coronas en un sólo año y pasó a la historia como el primero en 25 años en ganar la triple corona. Desde entonces, ningún otro caballo lo ha logrado. Secretariat siguió su carrera y viajó a Chicago, donde ganó Arlington Invitational, después se fue a Saratoga, donde perdió por un cuerpo ‒porque tenía fiebre‒, y luego ganó la copa Malboro contra un montón de caballos veteranos.
En enero de 1973 murió Christopher Chenery, el papá de su dueña, Penny Tweedy. Como fundador del Meadow Stud, dejó muchas deudas que su familia pagó con la venta de Secretariat por $6.08 millones de dólares. El trato era que cuando los días de carrera terminaran para Secretariat, un sindicato de raza sería su nuevo dueño. Así que su última carrera fue en el Canadian International Stakes. Cuando ganó la carrera de 1 5/8 ml por 6 ½ cuerpos (48 pies), sus días de corredor llegaron a su fin. Ese mismo año también fue nombrado Caballo del año y ganó el premio Eclipse, el American Champion Three-Year-Old Male Horse, y el American Champion Male Turf Horse. Secretariat se retiró con una despedida formal en el Aqueduct Park, el seis de noviembre de 1973, con seis mil fans que hicieron un día sin carreras, para poder despedirse en persona del gran caballo.
En su vida profesional, Secretariat ganó 16 de 21 carreras, con tres segundos puestos y un tercero y un total de $1, 316,808 dólares. Cuando se jubiló, su fama no se fue. Se mantuvo junto a él y lo llevó a la cima. Incluso, llegó a ser más famoso que el presidente Nixon. Decían que si Secretariat se lanzaba como presidente, seguro ganaría. Su fama se dio porque la gente lo podía mirar y no había política de por medio. En tiempos donde rondaba la incertidumbre y el escándalo, este héroe traía tranquilidad.
 
Luego buscaron la forma de convertir a Secretariat en papá, pero tenía varias cantidades de espermatozoides inmaduros. A pesar de la noticia, decidieron intentarlo y lo cruzaron con una yegua llamada Leola. La cría se dio. John y Lynn Nankivil, de Winona, Minnesota, compraron a Leola con su cría. El 15 de noviembre de 1974, la NBC y la CBS llegaron con cámaras y equipos a presenciar el nacimiento del primer hijo de Secretariat.
First Secretary pesó 57,1 kg, midió nueve manos y dos pulgadas. Nunca corrió, a diferencia de sus cuarenta hermanos, que fueron grandes corredores y ganadores, como Lady Secret, que fue elegida Caballo del año.
Tras su fama, tras dejar de ser un caballo y convertirse en una leyenda, Secretariat sufrió Laminitis en sus cascos en 1989. El 4 de octubre de 1989, en la granja de Claiborne, París, en Kentucky, la inyección mortal entró a sus venas y la estrella de 19 años murió. Lo llevaron a la universidad de Kentucky y allí el doctor Thomas Swerczek lo abrió y vio su corazón. Era grande, era enorme, era el corazón de un purasangre más grande que se había visto.


 De la realidad a la gran pantalla...


Secretariat intenta ser la historia de carreras de caballos más dominante de los últimos tiempos, en la que sus protagonistas, con la ayuda de un caballo, vencen obstáculos, aparentemente insuperables. Y desde el 8 de octubre está en las salas de Estados Unidos.
Pero por lo que dicen los críticos  el argumento dramático de esta película de Disney, ambientada en 1973, carece de la mayor parte de los ingredientes vitales de la fórmula de película del desvalido tradicional.


Su guión, escrito por Mike Rich, basado en el libro Secretariat: Making of a Champion (Secretaría: La fabricación de un campeón) de William Nack, adopta un marco de granja convencional: Cuando sus padres fallecen unos meses, el uno después del otro, a Penny (Diane Lane), ama de casa de Denver , le aconsejan vender las cuadras de su familia, una empresa de cría caballar poco rentable, a fin de pagar altos impuestos estatales.
Entonces, ella trama un esquema bastante loco, apostando la granja a que su nuevo caballo, Big red, en quien ella tiene una fe casi mesiánica, ganará los eventos del Derby de Kentucky, Preakness y la carrera de Belmont. O sea, sería el triunfador de una triple corona.
Por supuesto, el caballo bajo el nombre artístico de Secretariat, va a hacer sólo eso, pero después de que la película nos sujeta a casi dos horas del melodrama fabricado.