domingo, 8 de septiembre de 2013

Dime, Jorge Luís Borges


Dime por favor donde estás,en que rincón puedo no verte,
dónde puedo dormir sin recordarte y dónde recordar sin que me duela.

Dime por favor dónde puedo caminar sin ver tus huellas,
dónde puedo correr sin recordarte y dónde descansar con mi tristeza.

Dime por favor cuál es el cielo que no tiene el calor de tu mirada
y cuál es el sol que tiene luz tan sólo y no la sensaciónn de que me llamas.

Dime por favor cuál es el rincón en el que no dejaste tu presencia.
Dime por favor cual es el hueco de mi almohada
que no tiene escondidos, tus recuerdos.

Dime por favor cuál es la noche en que no vendrás para velar mis sueños.
Que no puedo vivir porque te extraño y no puedo morir...
porque te quiero.


Manda una señal, Maná

Te quiero, si te quiero
Voy andando como fiera
Tras tus pies, amor.

Te veo y te deseo
Pero tú tienes tu dueño
Y no te puedes safar.

Los días se pasan sin ti,
Las noches se alargan sin ti
Sin tu amor, sin tus besos.

Ay, si tuvieras libertad,
A tu lado yo estaría amor,
Hey, dame, dame una señal,
Cuando seas libre mi amor.

Ay, no lo puedo soportar,
No me quiero derrumbar,
Mándame un mensaje, una señal,
Manda una señal de amor,
Manda una señal amor.

Te veo acorralada,
De unos brazos q no te dejan mover,
Te deseo y me deseas
Pero estas muy aprisionada corazón.

Y no viviré sin tu amor,
Y no parare hasta tener,
Tu amor y tus besos.

Hey, estoy viviendo sin vivir,
Estoy muriendo sin poder morir,
Hey, dime, dime Time mi tu,
Cuando seas libre mi amor.

Ay no lo puedo soportar,
No me quiero derrumbar,
Mándame un mensaje, una señal,
Mándame tu luz amor,
Manda una señal amor.

Vivir, sin ti vivir,
Estarse muriendo sin morir;
Estar, sin ti, estar,
Estarse muriendo sin morir,
Amor, donde estarás,
Manda un mensaje, una señal,
Y no, no pararé,
No viviré sin ti amor, no.



Amantea, David F. Cantero





¿Qué se esconde detrás de la creación cuando el afán del triunfo no existe, cuando no se buscan los laureles del éxito, cuando la motivación no es otra que el efímero alivio de un alma extenuada? ¿Con qué derecho se atreven a juzgar lo que uno pinta, o escribe, o esculpe, lo que uno pensó o sintió mientras lo hizo?


Quedan en las tablas y en los lienzos extrañas imágenes del alma. Dibujos de tiza, capas de amor y dolor coloreadas, penas y dichas sombreadas. Reproducciones subterráneas de una tierra inconquistable, instantáneas de un mundo inexistente que, a la vez, es lo único real…
Esta noche, como cada noche, el silencio se sienta mudo y sereno a mi lado, abandonando los últimos ecos que negaron su callada existencia. Tiene pocas notas, pero suena armonioso en el prepotente reino de los ruidos. Fuera gira mudo y taciturno el universo. Grita un ave nocturna, que no es ruido. Cantan algunos grillos, desertores cotidianos del silencio, sin ser ruido. Dentro, el ronroneo de la nevera, sinuoso e inquebrantable, como el zumbido insolente de una abeja blanca, enorme y metálica. Y el rumor de la música, repitiéndose obsesivamente en una sola melodía, acalla todos los murmullos, apaga todo, acaba con todo. En ese melodioso silencio se van calentando sus entrañas y las mías. Silencio. Silencio. Silencio…

Llega el lento movimiento, la pausada danza. Mil millones de minúsculos impulsos determinando la tensión de cada músculo, de cada insignificante gesto. Como en un carrusel, todo comienza a girar lentamente, trazando círculos cuadrangulares. Todo se va mezclando: el cuerpo desnudo, las manos elásticas, la tiza el carbón, el yeso, la sal, el pigmento, el polvo, la arena, el agua, la pena, los codos, los ojos, la frente, el pelo, la sangre, el dolor, la cal viva, la madera muerta. En el suelo sobre el lienzo, un pequeño espacio en blanco empieza a saturarse de algo que soy yo, sin serlo. Como una gigantesca Polaroid que saliera lenta de la tierra, la tela va revelando secretos que no quiero conocer pero preciso, intimidades que a muy pocos le serán desveladas. Todo es puro, claro, primitivo. La absurda habitación trasmutada en cueva, las paredes tiznadas convertidas en piedra y musgo. El hombre, antes confuso, repentinamente seguro de su naturaleza. Carne, estirpe, sangre. Arenas teñidas, coloreada belleza. Y en esa gruta húmeda, olvidar cobijado la existencia, ser sólo un animal que pinta, que expresa sin pensar lo que el maldito hombre sintió o pensó. Olvidar las cegadoras horas del día, tanto escándalo, cualquier algarabía, cualquier miseria. Dejar correr la mente hasta perderla de vista. Despojado, en la insólita caverna, pintarrajeando con la punta de los dedos cuanto vio y no vio, sin mirar. En las praderas.

Pasa así el tiempo sin ser tiempo. La luz de la lámpara deshace los conjuros, acaba con las sombras. Las manos, desconcertadas, se detienen o avanzan, acarician o golpean, enmarañan o desbaratan. Palpan entre botes, tubos y pinceles, arrastran pintura, apartan o añaden polvo, colores y matices. Trazan o borran líneas, miman las manchas, maltratan las siluetas, se ahogan aliviadas en charcos blancos, azules y amarillos. Se pierden en los restos, buscando la huella de su propio rastro. Puntos de pérdida o partida. Se estancan y buscan atajos. Los ojos, mientras, indagan en el ordenado caos, en sueños tan conocidos como inexplorados. Miran atrás y en torno, abajo y fuera, repasan el tiempo transcurrido en cosechas sin frutos y sin razón. Y allí va quedando el reflejo naciente, incomprensible…
Si ella estuviera aquí. ¡Ay!, si ella pudiera verlo. Se aproximaría descalza, sigilosamente. Miraría a escondidas sin atreverse a emitir un susurro, un solo juicio, el primer juicio. No querría poner letra a un texto que jamás tendría sentido.

¿Es hermoso o no?, dime. ¿Complicado o sencillo? ¿Demasiado almagre?, ¿y los blancos?, ¿calmo, sucio, limpio? «Eres mi amor», diría. Sólo eso. Si pudiera verlo.


El Reloj Cu-Cu, Maná



Una canción con mucho sentimiento y con una particular historia bien sabida por algunos de sus seguidores. Basada en una experiencia dramática de la vida de Olvera. El tema le ayudó a hacer más llevadera la muerte de su padre cuando apenas tenía siete años. El dolor se quedó guardado por mucho tiempo hasta que al parecer, un amigo le contó que el suyo un día se fue por cigarros y nunca volvió. Con la confesión de su amigo se dio cuenta que la pérdida de un padre era una realidad dolorosa en miles de hogares. Todos esos sentimientos los plasmó en «El reloj cucú» y aunque al principio le fue difícil interpretarla, le ayudó mucho; ya que aprendió que cuando una pena es compartida, pesa menos el alma.


El relojito cu-cu sonaba
papá beso mi frente
me dijo buenas noches hijito
y me apago la luz.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
que tengo miedo.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
y apaga el tiempo.
Esta cancion de amor
va para mi papá
se escapo al viento
nos dejo solitos.
Esta cancion de amor
va para mi mamá
que aguanto todito
le dolio hasta el hueso.
Es por eso que mamá
lloraba en silencio
lloraba en las noches
y como aguanto por las manianas.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
que tengo miedo.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
y apaga el tiempo.
Esta cancion de amor
va pa' mis hermanos
que crecimos juntos
lo extrañamos años.
Este grito de amor
se lo doy al cielo
le pregunto tanto
tanto, tanto no contesta nada
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
que tengo miedo.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
y apaga el tiempo.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz
como lo extranio.
Oye cu-cu papá se fue
prende la luz..
.


El tiempo en relojes especiales: el reloj de cuco; Vídeo L'engrenage




Hace muchos años, antes de que existieran los relojes, el tiempo se medía por la rotación de la Tierra al observar las posiciones del sol en el cielo, las mareas y las fases de la luna. Sin embargo, los relojes se hicieron necesarios para medir las fracciones del día con más exactitud.



En palabras más simples, el reloj marca nuestra posición en la Tierra, con respecto al lugar en que se encuentra el sol en cada momento. 


Hoy os quiero contar un poco sobre el reloj de cucú, ese reloj especial que en ocasiones nos llama la atención con su sonido, con su espectacular mecanismo ...

El reloj de cuco (nombre usado en España por definición del diccionario de la Real Academia Española); popularmente conocido en el mundo de habla hispana como "reloj cucú", es un tipo de reloj provisto generalmente de péndulo y gong, que se caracteriza por tener una abertura por la cual, cada media hora, sale un pájaro autómata que emite un canto, cuyos sonidos se asemejan a la onomatopeya «cucú». El mecanismo para producir dicho sonido fue instalado en la mayoría de los relojes de cuco en el siglo XVIII y ha permanecido hasta el presente casi sin modificaciones.

Los relojes cucú son una creación única que tiene varios siglos de antigüedad. Los primeros relojes cucú fueron producidos al principio del siglo XVIII en la región de Alemania conocida como la Selva Negra. La artesanía de los relojes en esta área de Alemania se venía haciendo desde el siglo XVII, antes de que apareciera el primer reloj cucú. El padre del reloj cucú se piensa que es el artesano de relojes Franz Antor Ketterer; a pesar de que existen varias historias y mitos que rodean a esta pieza única de artesanía.

Los primeros relojes de cuco
Ya en 1629, muchas décadas antes de que se hicieran los primeros relojes en la Selva Negra, un noble de la ciudad de Augsburgo, Philipp Hainhofer (1578 – 1647), fue el primero en describir un reloj cucú. Este reloj pertenecía al Príncipe Augusto de Sajonia.
Cuco mecánico, 1650.

En un conocido manual sobre música, Musurgia Universalis (1650), el erudito Athanasius Kircher describe un órgano musical con varias figuras autómatas, entre las que se encontraba un cuco mecánico. Es de destacar que este libro contiene la primera descripción documentada -en palabras e ilustraciones- de cómo funciona un cuco mecánico. Hay que aclarar que Kircher no inventó el mecanismo del cuco, ya que este libro, como sus otras obras, es una recopilación de datos que recabó con el objetivo de servir de consulta. En el grabado se muestran claramente todos los elementos de un cuco mecánico. El pájaro movía automáticamente las alas y el pico, así como la cola. Simultáneamente podía escucharse el canto del cuco producido por dos tubos de órgano afinados a una tercera menor o mayor.

En 1669 Domenico Martinelli, en su manual sobre los principios básicos del funcionamiento de los relojes Horologi Elementari, sugiere utilizar el canto del cuco para anunciar las horas. Por lo tanto, por esa época ya era conocido el mecanismo para imitar el canto del ave. Cualquier mecánico o relojero que supiese leer latín o italiano, sabía después de leer estos libros que era bastante fácil producir el canto del cuco para indicar las horas.

Posteriormente los relojes de cuco aparecieron en otras regiones que no eran conocidas por su industria relojera. Unas décadas más tarde la gente de la Selva Negra comenzó a hacer relojes cucú.

Todavía no han sido esclarecidos los orígenes del reloj cucú: dónde, cuándo y quién lo inventó. Los primeros relojes cucú de la Selva Negra fueron elaborados entre 1740 y 1750 en pequeños talleres que hacían la maquinaria de madera. Es difícil saber el porcentaje de relojes de cuco fabricados del total de relojes producidos, pero a juzgar por los escasos ejemplares que han perdurado, debieron ser una pequeña cantidad.

Respecto a su procedencia hay dos relatos escritos por los dos primeros cronistas de la historia relojera de la Selva Negra que proporcionan datos contradictorios acerca de su origen:

El primero es del Padre Franz Steyrer, que en 1796 en su "Historia de la industria relojera de la Selva Negra" (Geschichte der Schwarzwälder Uhrmacherkunst) describe un encuentro entre dos vendedores de relojes de Furtwangen (Selva Negra), los cuales mientras viajaban conocieron a otro comerciante de Bohemia que vendía relojes de cuco de madera. Los dos artesanos de Furtwangen se entusiasmaron tanto al verlo que compraron uno. Al traerlo a casa lo imitaron y mostraron el resultado a otros comerciantes de relojes de la Selva Negra. La popularidad creció para los relojes de cuco en la región y cada vez más artesanos comenzaron a producirlos. Respecto a esta crónica, el historiador Adolf Kistner afirmaba en su libro "El reloj de la Selva Negra" (Die Schwarzwälder Uhr), publicado en 1927, que no existe ningún reloj cucú hecho en Bohemia que justifique la tesis de que este reloj sirviera de modelo para los de la Selva Negra. Bohemia no contaba con una industria relojera importante en aquella época.

El segundo también está relatado por otro sacerdote, Markus Fidelis Jäck, en un pasaje de su "Descripción de la Industria y Comercio de la Selva Negra" (Darstellungen aus der Industrie und des Verkehrs aus dem Schwarzwald), de 1810, quien comenta lo siguiente; “El reloj de cuco fue inventado (en 1730) por un maestro-relojero (Franz Anton Ketterer)de Schönwald (Selva Negra). Este artesano adornó el reloj con un pájaro móvil que anunciaba la hora con el canto del cuco. El maestro-relojero sacó la idea de cómo hacer el sonido del cuco de los fuelles de un órgano de iglesia.” Con el paso del tiempo la segunda versión se hizo más popular y es generalmente la que se cuenta hoy. Desgraciadamente ni Steyrer ni Jäck aportan fuente alguna para confirmar sus afirmaciones, haciéndolas inverificables.
Uno de los primeros relojes cucú, Selva Negra, 1760-1780
(Deutsches Uhrenmuseum, Inv. 03-2002).

Por otra parte, un experto como Schaaf puntualiza que R. Dorer había resaltado, ya en 1948, que Franz Anton Ketterer (1734–1806) no pudo haber sido el “inventor” del reloj cucú en 1730, pues no había nacido entonces. En la actualidad esta es la opinión de los eruditos alemanes en materia de relojes; baste como ejemplo el resumen hecho por Bender en la edición más reciente (1998) del primer volumen de su trabajo "Los relojeros de la alta Selva Negra y sus obras" (Die Uhrenmacher des hohen Schwarzwaldes und ihre Werke) donde puntualiza que el reloj de cuco no es nativo de la Selva Negra. Asimismo expone lo siguiente: "No hay rastro de los primeros relojes cucú hechos por Ketterer". Esta es principalmente la conclusión a la que han llegado expertos como Gerd Bender y Schaaf. El análisis de Schaaf sobre “unos 200 años” de discusión sobre cuándo y dónde se fabricó el primer reloj cucú fue expuesto en su "Relojes de la Selva Negra" (Schwarzwalduhren) de 1995, facilitando su propia investigación, la cual le lleva a los primeros relojes de cuco en la región de Franconia y Baja Baviera (Alemania), en dirección a Bohemia (Región de la República Checa) que, según apunta, da credibilidad a la versión de Steyrer.

La leyenda que asegura que el reloj cucú fue inventado por un relojero de la Selva Negra (Franz Anton Ketterer) en 1730 es repetida una y otra vez, pero no es cierta. El reloj de cuco es mucho más antiguo que la industria relojera de la Selva Negra. Ya en 1650 el ave con su inconfundible canto formaba parte de los libros de consulta de la época. Tuvo que pasar casi un siglo para que el reloj de cuco comenzara a fabricarse en la Selva Negra, donde ha permanecido hasta la actualidad como uno de sus productos más vendidos.

Si bien la idea de colocar un cuco autómata en un reloj no se originó en la Selva Negra, es preciso recalcar que el reloj cucú, tal como lo conocemos hoy, proviene de esta región localizada en el suroeste de Alemania, cuya tradición en la fabricación de relojes se inició a finales del siglo XVII. En efecto, han sido las gentes y artesanos de la Selva Negra quienes crearon esta industria artesanal, desarrollaron nuevos diseños y perfeccionaron su maquinaria, que en un principio se hacía de madera, pero a medida que avanzaba el siglo XIX, primero algunas piezas, y todo el bastidor después, se construían y construyen de latón (una aleación de cobre y zinc). Aún hoy continúan innovando con nuevos diseños, combinando otros y aplicando mejoras técnicas que han hecho del reloj cucú una pequeña obra de arte apreciada en todo el mundo. La historia del reloj de cuco va unida con la Selva Negra.
El mecanismo para reproducir el sonido "cu-cu" se basaba en dos tubos de diferente longitud, con sendos fuelles que introducían aire en ellos, producían los dos tonos característicos del canto del cuclillo.
Los maestros relojeros tenían normalmente un oficial y un aprendiz en su taller, y en esos primeros tiempos podían construir cuatro relojes a la semana.
Vendedor de relojes ambulante
A partir de 1720 comenzó la actividad de los vendedores ambulantes que llevaban consigo los relojes a lejanos lugares en busca de clientes. Era frecuente que el pago incluyera la comida e incluso la habitación para pasar la noche. Ello permitía al comprador asegurarse del buen funcionamiento del reloj, el cual podía ser comprobado antes de que el vendedor partiese.
Años después, hacia mediados del siglo XIX, los trabajos de relojería eran ya más especializados. Cada taller solía hacer un tipo de reloj, y con la especialización aumentó considerablemente la producción.
Se crearon escuelas en donde se enseñaba todo lo necesario para la construcción de relojes.
La tradición relojera se fue desarrollando en la región, dando lugar a una auténtica industria relojera.
Estudiando la genealogía de estos prestigiosos relojeros encontramos habitualmente antepasados dedicados también a la construcción -más artesanal- de algún tipo de reloj.
Escena de relojería antigua.
Las mujeres solían tallar y pintar los pájaros autómatas; delicados e ingeniosos mecanismos que movían las alas y el pico imitando muy bien el aspecto del cuco. Otros construían las flautas y los fuelles que producían los sonidos del cuco. Los movimientos, las cajas y las tallas de madera eran hechos por otros relojeros y artesanos.

Las agujas y los números de los diales eran a veces tallados en hueso.

El reloj de cuco, al igual que otros tipos de relojes de la Selva Negra evolucionó tanto en su mecanismo como en su caja.
La madera, materia fundamental en los primitivos relojes de cuco, fue gradualmente dejando paso al metal. La preponderancia de la madera en los mecanismos es una de las características que se utiliza para datarlos.
En esta evolución jugó un papel importante la disponibilidad de materias primas.

Respecto a la madera, comprobaron que el abeto -muy abundante en la región de la Selva Negra- era muy interesante para las cajas de los relojes y la tapa posterior en la que se fijaba el gong. Dicha tapa, así como el espacio cerrado que formaba la caja, ampliaban la sonoridad del gong. 

El gong comenzó a utilizarse en la Selva Negra hacia 1830; este alambre de acero en forma de espiral, que al ser golpeado por el martillo, producía su sonido característico al dar las horas, fue introducido en la producción relojera de la Selva Negra por Kart Dold. Hasta esa fecha, los relojes de la Selva Negra disponían de una campana para dar las horas. Como ha ocurrido muchas veces en la Historia de la relojería, la introducción de un nuevo elemento ó ingenio, ha coexistido con otros anteriores, al menos durante cierto tiempo.

En los movimientos, el haya, muy resistente al agua y de bajo factor de expansión, se utilizó mucho para hacer ruedas dentadas y pletinas, antes de ser sustituida por el latón. El tilo, de grano muy fino, se utilizó mucho para las tallas que adornaban los relojes. Otras maderas como el roble, el nogal ó el fresno también fueron empleadas en los relojes de cuco antiguos.

Las campanas de los primitivos relojes de cuco eran de vidrio. A partir de 1740 los relojeros comenzaron a utilizar campanas de metal que importaban de Suiza y de la ciudad alemana de Nuremberg. En 1787 Leopold Hofmeyer creó una fundición de latón en la Selva Negra; en 1791 la empresa estaba a pleno rendimiento. Los procesos de fabricación de la preciada aleación se guardaban celosamente. Las proporciones de cobre y cinc para fundir el latón eran secretas, y solo el propietario de la fundición y el maestro, estaban presentes al pesar las catidades de estos dos metales.
Aunque el mecanismo del cuco ha permanecido básicamente inalterado, su apariencia ha cambiado a medida que el diseño y las maquinarias de los relojes evolucionaban en la Selva Negra. En un principio muchos relojes cucú se hacían en el estilo típico de la Selva Negra, el cual presenta un panel de madera cuadrado y semicircular en la parte superior, donde estaba situada la puerta por la que salía el pájaro. Generalmente, se decoraban con flores y otros elementos pintados a mano. Este estilo fue el predominante entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Estos relojes son conocidos por el nombre de Schilduhr –literalmente reloj-escudo, placa.
Escena de relojería antigua.

Hacia mediados del siglo XIX y hasta la década de 1870, también se hicieron relojes de cuco en el tipo de reloj de la Selva Negra conocido como Rahmenuhr (reloj enmarcado). Estos escasos relojes de cuco se caracterizaban por tener un marco provisto de una pintura, litografía o serigrafía, representándose generalmente escenas y paisajes propios de la Selva Negra pintados sobre madera o una lámina de metal. Otros temas fueron la caza, el amor, la familia, el nacimiento, la muerte, la mitología, escenas militares y escenas religiosas cristianas. Por lo general, la pintura estaba protegida por un cristal y algunos modelos presentaban una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro, siendo accionados por un sencillo mecanismo movido mediante la oscilación del péndulo. Si bien la mayoría de estos relojes eran de pared, también hubo algunos de sobremesa. El ave participaba normalmente en la escena representada en la pintura.

Durante la época victoriana hasta los años 20 y en función de los gustos decorativos imperantes en cada momento, cuando los burgueses comenzaron a comprar relojes con cajas de estilo gótico, renacentista, barroco, neoclásico, biedermeier (algunos modelos también incluían la pintura de una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro), modernista, etc., asimismo empezaron a hacerse relojes de cuco basados en los citados estilos. Esta clase de relojes de cuco de la Selva Negra, basados tanto en estilos arquitectónicos como en estilos decorativos para interior, podían ser de sobremesa o de pared y son muchos más raros que los del estilo Bahnhäusle y sus derivados.

Pero el popular relos Bahnhäusle con forma de casa forzó, prácticamente, la desaparición de los demás diseños en unos pocos años.

1850 - El reloj "Bahnhäusle", el diseño del siglo de Furtwangen

En septiembre de 1850 Robert Gerwig, el primer director de la Escuela de Relojeros del Gran Ducado de Baden en Furtwangen, convocó un concurso público en el que hacía un llamamiento a los artistas alemanes y entendidos para que presentasen diseños de relojes que permitiera a los toscos relojes de fabricación casera ganar una apariencia más profesional y de mayor calidad.


Izquierda: Reloj Bahnhäusle de Friedrich Eisenlohr, 1850-1851;
derecha: Kreuzer, Glatz & Co., Furtwangen, 1853-1854 (Deutsches Uhrenmuseum, Inv. 2003-081).
Friedrich Eisenlohr (1805-1854), que como arquitecto fue responsable del diseño y construcción de las estaciones, casas de los guardas, marquesinas, etc., a lo largo de la primera línea de ferrocarril del Valle del Rin, presentó el diseño más trascendental. Consistía en una caja cuadrada rematada en triángulo isósceles, lo que le da el aspecto de una casa con tejado. Se inspiró en la fachada de las residencias de los jefes de tren, que él mismo había erigido, añadiéndole un dial o esfera. Su «Reloj de pared decorado con hiedras» –en realidad está adornado con vides, no con yedras– como así se refieren al mismo en un informe manuscrito de la Escuela de Relojeros de 1851 o 1852, se convirtió en el prototipo de los relojes de cuco de hoy en día, que conocidos bajo el nombre de «tradicional» presentan en madera: hojas de parra talladas, aves, cabezas de ciervo (tipo "Jagdstück"), otros animales, etc.

Eisenlohr, en consonancia con el movimiento romántico de su tiempo, se inspiró en el entorno local y en la naturaleza para su creación. A diferencia de los relojes de cuco actuales, su caja de madera era de un tono claro y sin colorear, adornada con un calado plano y simétrico.

El diseño de Eisenlohr se convirtió en un éxito inmediato porque el moderno "Bahnhäusle" («estación de tren») encajaba bien con los gustos decorativos de la creciente burguesía, lo que le permitió introducirse en un nuevo mercado en expansión.

Los primeros fabricantes de relojes de estilo "Bahnhäusle" se desviaron del diseño original de Eisenlohr en solo un aspecto: obviaron el mecanismo del cuco. A diferencia de hoy, el reloj con forma de pequeña casa no era sinónimo de reloj de cuco en los primeros años posteriores a 1850. Este es otro indicio más que prueba que por aquella época el reloj de cuco no tenía una cuota de mercado importante.

Habría que esperar hasta diciembre de 1854 cuando Johann Baptist Beha, el fabricante más conocido de relojes cucú de su época, vendió dos ejemplares con pinturas al óleo en el frontal al comerciante Gordian Hettich de Furtwangen, descritos ambos como Bahnhöfle Uhren (relojes "estación de ferrocarril"). Más de un año después, el 20 de enero de 1856, otro respetado artesano de Furtwangen, Theodor Ketterer, vendió uno a Joseph Ruff de Glasgow (Escocia, Reino Unido).

Al mismo tiempo que Beha y Ketterer, otros relojeros de la Selva Negra empezaron a equipar sus relojes Bahnhäusle con el mecanismo del cuco para satisfacer la rápida y creciente demanda de este tipo de reloj. A mediados de la década de 1850 se inició una gran demanda en este mercado.

Hacia 1860, el estilo "Bahnhäusle" ya había comenzado a alejarse del sobrio diseño original, evolucionando, entre otros modelos, hacia el conocido como "Jagdstück" (literalmente pieza de caza, creado en Furtwangen en 1861), un reloj cucú con hojas de roble talladas en madera y motivos relacionados con la cacería, como trofeos, escopetas, morrales para la pólvora, trompa de caza, cabeza de ciervo, etc. El reloj "Bahnhäusle" y sus distintas versiones se han convertido en un símbolo de la Selva Negra fácilmente identificables en cualquier lugar del mundo.

En 1862 el prestigioso relojero Johann Baptist Beha, empezó a utilizar en sus relojes "Bahnhäusle" ricamente decorados, agujas talladas en hueso y pesas con forma de piña de abeto. Incluso hoy esta combinación de elementos es característica de los relojes de cuco, si bien las manecillas suelen hacerse de madera o plástico, en el pasado también se empleó celuloide blanco en su fabricación. En cuanto a las pesas, hubo durante esta segunda mitad del siglo XIX algunos modelos que presentaban unas curiosas pesas hechas con forma de Gnomo.

Tan sólo diez años después de que Friedrich Eisenlohr inventase el estilo "Bahnhäusle", todas las variaciones del reloj con forma de casa ya habían alcanzado la madurez.

Aunque también se fabricaron relojes "Bahnhäusle" y sus derivados de sobremesa, no fueron tantos como las versiones para pared.

El reloj cucú triunfó y se hizo mundialmente famoso después de que Friedrich Eisenlohr presentase en 1850 el diseño "Bahnhäusle" al concurso de la Escuela de Relojeros de Furtwangen.

Aún hoy sigue siendo uno de los recuerdos preferidos por los turistas que visitan Alemania, Austria o Suiza.




El estilo "Chalet": la aportación suiza

El estilo “Chalet” se originó en las últimas décadas del siglo XIX en Suiza, y en aquella época eran muy apreciados como recuerdos del país.

Actualmente el estilo puede subdividirse básicamente en tres, en función de las distintas casas tradicionales que representan: chalet de la Selva Negra, chalet suizo –con dos tipos característicos; el “Brienz” y el “Emmental”– y chalet de Baviera. Es común encontrar en este estilo diferentes automatismos, además del cuco, como bebedores de cerveza que levantan sus jarras, leñadores cortando troncos, ruedas de molino que giran, etc. Por otra parte, muchos cuentan con una caja de música suiza –las melodías más populares son “Edelweiss” y “The Happy Wanderer” que suenan alternativamente– y figuras que bailan, las cuales entran en funcionamiento inmediatamente después del canto del cuco. Asimismo hay algunos relojes de cuco «tradicionales» con caja de música y figuras danzantes.
Diseños contemporáneos

En la actualidad se están fabricando determinados relojes de cuco inspirados en estilos decorativos contemporáneos, tanto en Alemania como en otros países, especialmente en Italia. Estos relojes modernos se caracterizan por un diseño funcionalista, minimalista y esquemático.

Uno de los modelos actuales más comunes presenta la silueta del clásico reloj de cuco con cabeza de ciervo, con un pájaro o el tipo chalet pero, por lo general, sin ningún tipo de talla en tres dimensiones, solamente una superficie plana con una abertura, o pequeña puerta, por la que sale el ave como de costumbre. Están pintados normalmente de forma monocroma empleando distintos colores como el blanco, el negro, colores llamativos, etc.

Igualmente hay diseños vanguardistas con formas geométricas, tales como rombos, cuadrados, cubos, círculos, rectángulos, ovalados, etc., asimismo sin ningún tipo de talla, planos y lisos. Los hay pintados en un solo color aunque también los hay policromos con pinturas abstractas o figurativas, formas geométricas, líneas y franjas multicolores, etc.

Algunos fabricantes ofrecen la posibilidad de personalizar el reloj para que lleve el nombre de una empresa, etc.

Los hay tanto de cuarzo como mecánicos.

Curiosidades

Acerca de los relojes de cuco más grandes del mundo, hay cuatro en la Selva Negra de Alemania: en Höllsteig (Breitnau), Niederwasser (Hornberg), Schonach y Schonachbach (cerca de Triberg). En el centro del país existe uno en Gernrode (donde también confeccionaron "el reloj cucú de chocolate más grande del mundo” en 2006) y por último en el oeste hay dos: en Sankt Goar y Wiesbaden. Recientemente en la ciudad de Olavarria, (Provincia de Buenos Aires, Argentina) se inauguró el reloj cucú más grande de todos.
Reloj de cuco en Triberg.

En América se levantan cuatro, dos en Estados Unidos, en Frankenmuth (Míchigan) y Wilmot (Ohio), los otros dos están en Eduardo Castex y Villa Carlos Paz, ambos en Argentina.
Uno de los relojes de cuco más grandes del mundo
con forma de casa tradicional de la Selva Negra (Schonach).

Algunos de ellos figuran en el Libro Guinness de los récords.
En lo referente a los relojes de cuco más grandes del mundo para interior, en 1986 la desaparecida firma Dold talló uno para Chapman's Clock Shop en Douglasville (Georgia); algo menor es el que actualmente fabrica la compañía Anton Schneider. El reloj cucú más pequeño del mundo lo hace el fabricante Hubert Herr.

A pesar de que estos antiguos relojes eran más primitivos que su contrapartida moderna de hoy en día, igual incluyen el famoso pájaro cucú que salía a dar la hora en vez de las tradicionales chimeneas que se usaban en ese momento. Nativo de Asia, África y Europa, el pájaro cucú es un ave única que deja sus huevos en los nidos de otros pájaros, haciendo que los bebés sean criados por otros pájaros de otras especies. Este ave es comúnmente gris en su color, a pesar de que el espécimen femenino presenta una vibrante marca roja de plumas en la parte superior de su cabeza.


Al igual que los relojes de hoy en día, los relojes cucú antiguos eran decorados en esquemas que mostraba las familias, los motivos militares o las escenas de caza. A finales del siglo XVIII, la producción de relojes de cucú se volvió industrial y empezó a producirse para gente por toda Alemania, Europa y el resto del mundo. Prontamente, este reloj se volvió un sinónimo del estilo de vida alemán, haciendo que estas piezas se volvieran recuerdos increíblemente populares del país. Tres de los más famosos creadores de relojes en Alemania hacían relojes cucú; ellos son Theodore Ketterer, Fidel Hepting y Johan Baptist Bea.

A diferencia de otras áreas del proceso de industrialización en el mundo donde se generaban fábricas grandes ruidosas que cubrían toda la campiña, las fábricas de relojes cucú eran generalmente mucho más pequeñas y se ubicaban en lugares donde a veces hasta familias enteras contribuían a la fabricación del reloj. Cada individuo se especializaba en un aspecto de la fabricación o la decoración del reloj, haciendo que un miembro de la familia trabajara sobre el reloj mismo, otro trabajara sobre el tallado, otro lo pintara o añadiera decoraciones y otro pudiera ensamblar todas las piezas juntas. Más de 13,500 personas y niños trabajaron para poder hacer relojes cucú durante este período en el “bosque negro” en Triberg.

Hoy en día, los relojes cucú se han esparcido por todo el mundo. Siguiendo la tradición, en el “bosque negro” todavía se realiza la producción de este tipo de relojes. Ya sea que decida decorar su casa con este tipo de relojes con una pequeña ave o quiera un verdadero recuerdo de Alemania para recordar su viaje, el reloj cucú en la perfecta adición para cualquier obra.


Y ahora os dejo un vídeo que nos muestra el funcionamiento de un reloj de cuco un tanto especial. A mi me parece una "pequeña maravilla"...





Fuente:
http://www.profesorenlinea.cl
http://www.arquitectura.com.ar
http://es.wikipedia.org
http://www.cucoclock.com