miércoles, 6 de noviembre de 2013

Una frase...




Para enamorarte de mi, David Bisbal

Te has vuelto una razón para decir
que doy mi vida a cambio de tu amor
fue un beso infinito,
un segundo contigo
estoy perdiendo
en ti mi corazón
te has vuelto
una razón para sentir
que callas
el vació en mi interior
hoy tengo en mis manos
el alma rogando
que sientas
lo que estoy sintiendo yo
escúchame,que el amor es como es
llega en silencio y descalzo
entiéndeme,yo no descansare
hasta tenerte a mi lado
para enamorarte de mi,
yo seré quien tome en sus manos
la luna y te la entregare
para enamorarte de mi,
yo seré tu cómplice
en cualquier locura y acompañare
seré tu soldado,en tu cuerpo tu esclavo
guardián del sabor de tu piel
por siempre,
mi amor,he jurado
que así te amare
te has vuelto
una razón para pensar
que el cielo me ha devuelto algún favor
tus ojos me llenan,el tiempo se frena
buscando enamorarte como yo
escúchame,que el amor es como es
llega en silencio y descalzo
entiéndeme,yo no descansare
hasta tenerte a mi lado
para enamorarte de mi,
yo seré quien tome en sus manos
la luna y te la entregare
para enamorarte de mi,
yo seré tu cómplice en cualquier locura
y te acompañaré
seré tu soldado,en tu cuerpo tu esclavo
guardián del sabor de tu piel
por siempre
mi amor,he jurado
que así te amare
para enamorarte de mi,
yo seré quien tome en sus manos
la luna y te la entregaré
para enamorarte de mi,
yo seré tu cómplice en cualquier locura
y te acompañare
seré tu soldado,en tu cuerpo tu esclavo
guardián del sabor de tu piel
por siempre,
mi amor, he jurado
que así te amaré



Canción de los remos, José Ángel Buesa




I

Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar;
pero escucha los remos, cantando sobre el mar...

Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía,
como la luz de un faro desde la lejanía.

Así como la espuma pasará este momento;
nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento;

Pero en el alma sola, sin un gran amor la llena,
hay algo de la ola y hay algo de la arena.


II

Náufrago de su espanto, piloto de su hastío,
el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.

Yo soy la vela rota que da al aire su duelo,
y tú eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.

Pero aún quedan futuros que yo desconocía
en tus ojos oscuros donde nunca es de día.

Aún hay algo postrero mas allá del olvido,
y en tu amor recupero todo lo que he perdido.


III

Ni digo que te quedes ni quiero que te vayas,
pues soy como las redes tendidas en las playas.

arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío,
llenando de agua pura mi cántaro vacío.

Ya mi voz tiene un eco; ya mi voz no se pierde...
Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.

Y así mi vida espera la gracia de un retoño,
como la primavera que ilumina un otoño.

Por eso aunque olvidemos que siempre hay que olvidar,
¡ oye cantar los remos sobre el dolor del mar!



Curiosidad. origen de la palabra "tabú"



La palabra "tabú" es de origen polinesio. En la lengua del archipiélago de Tonga se conoce la palabra "tabú", compuesta de las raíces "ta", que significa "tocar", y "pu", que significa "no". Con ella se designa lo sagrado y prohibido.


En las agrupaciones primitivas los comportamientos causativos de una reacción tribal eran aquellos que ofendían el tabú mágico, esto es, las prohibiciones vigentes en la tribu oriundas de supersticiones, hechicerías y costumbres ancestrales, en las que los magos o sacerdotes -siempre al servicio de los poderosos- eran sus veladores.

No hay en estas agrupaciones humanas primitivas un concepto destacado de lo que hoy estimamos como delito, pues las violaciones de los tabúes mágicos tenían más bien la naturaleza de lo que las religiones positivas han considerado pecado. 


Las sanciones que seguían a la violación del tabú tenían también carácter religioso, ya que consistían en la privación de los poderes protectores de los dioses de la comunidad.

El comportamiento punible era oriundo de hábitos y supersticiones, usanzas y ritos; estaba considerado como una ruptura de la paz interna o externa del clan; e imperaba en su concepción un acusado de carácter religioso sacerdotal de colectiva defensa física, objetiva y ciega de los principios ancestrales en que se fundaba la propia existencia de cada tribu o colectividad.

El hombre primitivo pensaba que si cometía ciertos actos debía sufrir, inevitablemente, ciertas consecuencias. Las aceptaba sin exigir que la relación de causa a efecto tuviera un contenido lógico, ni tampoco una base ética y moral. La tradición y la costumbre le habían enseñado que si hacía esto o aquello (ya que los tabúes tenían vigencia en relación a acciones, no omisiones), sufriría tales y cuales castigos. No porque los mismos fueran inevitables, porque hubiera infringido un precepto legal, o porque hubiese causado daño sino, simplemente, porque había violado un tabú, vale decir, una prohibición atávica.

En la mayoría de las sociedades primitivas los tabúes estaban representados por una serie de reglas negativas, cada una de las cuales preveía, y sancionaba, una forma de conducta prohibida, cuya concreción debía determinar, inevitablemente, un daño al culpable o, en algunos casos, a todo el grupo al que pertenecía.

Sirvieron para acostumbrar al hombre a la obediencia, y prepararon su ánimo para que en estadios posteriores de la civilización aceptara los castigos derivados de la violación de las leyes humanas.

Ayudaron a mantener el imperio de las normas de moralidad corrientes dentro de cada grupo social, las que podían aplicarse no sólo a una relación arbitraria del hombre con la divinidad, sino también a la conducta cotidiana y corriente.

El peso de los tabúes se hizo sentir en forma efectiva en los pueblos primitivos, extinguidos o actuales, porque el grado de conocimiento de sus miembros no les permitía entender la naturaleza. Los pueblos que forman el "mundo civilizado actual" hicieron una selección inteligente dentro del dominio de los tabúes. En consecuencia permitieron que subsistieran únicamente aquellos que, de acuerdo con la experiencia, mostraban tener una utilidad social.

Los mismos sobreviven bajo el aspecto de reglas de etiqueta o preceptos morales, o adoptaron la forma más solemne de leyes civiles o penales.

El pasaje del tabú mágico al concepto de la prohibición o sanción motivada y razonable siguió un camino paralelo y equivalente al recorrido por el progreso de la mente humana. Así, el temor a lo sobrenatural fue reemplazado por el temor concreto a las sanciones de las leyes humanas.


Fuente:
http://www.culturizando.com