Sensaciones, Una vida...

Una vida...
Evelyn mantiene su mirada perdida en el cristal de la ventana en busca de un lugar sin determinar en el infinito…

Evelyn, llena de ternura e ilusiones, dibuja su vida reflejada en el vidrio cristalino…

Evelyn disfruta embelesada del recuerdo de unos copos de nieve cayendo lentamente desde el cielo, mientras éstos llegan al suelo y todo lo cubren con un manto inmaculadamente blanco.

Evelyn, obstinada, justa y siempre determinada en sus decisiones, pinta con dedos temblorosos  un corazón sobre el vaho del propio vidrio del ventanal.

Evelyn se emociona al abrir el baúl de los recuerdos y verse a si misma subida en brazos de su padre, mientras la risa intensa de éste acaricia sus oídos…

Evelyn… mientras su bien perfilada boca sonríe, siente como unas lágrimas inundadas de melancolía resbalan lenta y juguetonamente desde sus ojos. Éstas se deslizan por la mejilla al ritmo de los recuerdos, mientras en su pecho se reproduce todo un volcán a modo de doliente cosquilleo.

Evelyn… esa niña de ondulada melena color azafrán y piel salpicada de atractivas pecas sobre la nariz, sigue con la mirada perdida en el cristal de la ventana en busca de un lugar sin determinar en el infinito…

Evelyn, siempre inquieta y soñadora, gusta de jugar a ser delicada mamá acunando y mimando sus muñecas. 


Evelyn, cariñosa y protectora con todos, es esa persona que siempre  intenta que nada falte y todo esté bien para los suyos. Para ello, dibuja un manto protector con su sonrisa siempre angelical.

Evelyn parpadea y sueña con cabalgar una vez más por el campo a lomos de un caballo blanco de larga crin al viento. Sueña, en cada parpadeo de sus ojos cansados, con cepillar lentamente el lomo del animal satisfecho después de su llegada al establo.



Evelyn siente los rayos de Sol entrando juguetones por la ventana. Puede sentir su calor protector… su luz intensa. Se imagina paseando un día más bajo esa estela brillante y cálida. 

Evelyn acaricia su blanco pelo con la mano al advertir que una joven enfermera le ofrece un vaso diminuto de plástico con pastillas de colores…

Evelyn sonríe, como una niña agradecida al recibir la ayuda de una joven vestida de blanco, que con delicada ternura empuja la silla de ruedas alejándola de la ventana, para así acostarla en la cama. Cama, que una tarde más sabe…  se convertirá en su tortura.

Evelyn guarda en sus recuerdos la vida de la niña que fue y le gusta navegar día tras día en el pozo de esos recuerdos… A sus más de ochenta años siente que no tiene futuro y por ello, cada día ante la ventana, disfruta del presente, mientras repetidamente revive su pasado.

Evelyn cierra los ojos y reza a su ángel protector, mientras entrelaza los dedos de sus manos. Dedos, que se han ido deformando a lo largo de los años por el duro trabajo en el campo…

Evelyn, siempre obediente, disfruta al complacer a los demás. Por ello, sonríe con ternura a la enfermera mientras ésta la arropa con sábanas inmaculadamente blancas…

Evelyn cierra los ojos con gesto cansado, ya no hay luz en su habitación… tampoco en su vida.

Evelyn bebe de la tristeza que emana de la fuente de su soledad y sueña con una mano protectora que apriete la suya…

Evelyn necesita sentirse segura y se aferra con triste incertidumbre a la almohada… Se queda a la espera de que nuevamente llegue la luz. Se enfrenta sola a esa espera insoportable de que pase la larga noche…

Jp.Torga         

No hay comentarios:

Publicar un comentario